sábado, 1 de noviembre de 2025

Homilia Solemnidad de todos los santos.

 Llamados a ser santos.

Por José Raúl Ramírez V. 

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de todos los santos. ¿Cómo podemos comprender esta celebración? Sabemos que hay muchos santos que no han sido reconocidos oficialmente, p3ro que por forma en que vivieron y se entregaron sin duda alguna alcanzaron la santidad. El Papa Francisco, en una carta dedicada a la santidad, hablaba de una gran cantidad de santos que están allí, a la puerta. Con esa expresión quería referirse a esas personas que hemos conocido y que su forma de vivir, de sentir la Iglesia y de asumir los valores del evangelio reflejaron una auténtica vida santa, aunque nunca hayan sido proclamados como tales. Son los santos de la puerta: el abuelo, un hermano, el padre, un amigo, son personas cercanas. Aquellos que hicieron presente a Dios con gestos sencillos y con amor verdadero.

Los santos referentes de vida

Es interesante hablar de la santidad. Los medios de comunicación nos presentan modelos con los que identificamos: actrices, actores, futbolistas y muchas otras figuras públicas. Estos son los modelos que se proponen como referentes de vida. Sin embargo, ¡que importante es elevar la mirada y pensar en los santos como referentes y horizonte para nuestra existencia! Los santos, ¿quiénes son los santos? El Papa Francisco nos habla de la santidad a partir de tres palabras clave:  desafío, oportunidad y por último un riesgo.

La santidad: un desafío. Vivimos en una sociedad que presenta una determinada forma de vivir. Una lógica que dice: sea vivo, aproveche; el santo desafía ese antivalor y prefiere vivir como una persona honesta y justa- La sociedad invita a este estilo de vida que podría sintetizarse así: "comamos y bebamos que mañana moriremos", no hay de necesidad de ningún esfuerzo, ni mirar preocupación por Dios. El santo se opone a esa mentalidad y prefiere vivir con disciplina, bajo la mirada de Dios. La sociedad también parece decir que la verdad no es necesaria, que se puede vivir en la falsedad, que no hace falta ayudar al pobre, al más necesitado o débil. El santo responde con decisión y procura ayudar al más necesitado, obrar con justicia y buscar el bien común.  

La santidad: una oportunidad. La palabra oportunidad proviene del latín portus, que significa puerto. Con el tiempo los marineros comenzaron a utilizarla para describir el momento en que podían llegar a un puerto seguro después de enfrentar las mareas y las dificultades del mar. De la misma manera el santo es la persona que ve los valores del evangelio una oportunidad. En la vida de cada persona puede presentarse un maremoto, una tempestad interior y en medio de ella buscar un puerto donde aterrizar y anclar la existencia. Si la sociedad se presenta como una marea agitada y cambiante los valores del evangelio se convierten en una gran oportunidad para encontrar paz y esperanza.  

La santidad: un riesgo. Concebir el mundo desde  otra mirada y eso implica un riesgo. La palabra riesgo puede compararse con subirse a la cima de un peñón" a una roca elevada y atreverse a mirar desde allí. La santidad es una apuesta, un riesgo. El papa Francisco dice que el santo no teme ir contracorriente, precisamente ahí está el riesgo, en ir contracorriente, la santidad es una apuesta valiente.

Una buena sospecha: hay santos

También la santidad en el buen sentido de la palabra es una sospecha. Hay que sospechar que existen personas santas, que asumen los valores del evangelio. Así mismo, hay que pensar que la santidad no es solo para la patria celestial, donde los santos interceden por nosotros, también hay santos que caminan a nuestro lado. Está la santidad celestial, la de Iglesia triunfante en la que los santos interceden por nosotros, pero también está la santidad de la Iglesia peregrina, la que camina con nosotros, la de aquellos que se preocupan los pobres, los que buscan la justicia, son misericordiosas y los que consuelan.   

La santidad: una imitación y una apropiación.

Jesús es el único santo, y el santo logra serlo imitándolo a él, se apropia de su santidad, por ejemplo, San Francisco de Asís se hizo santo imitando a Jesús, se apropió de su santidad, San Ignacio de Loyola, del mismo modo, imitando a Jesús logró la santidad, fueron personas que quisieron asumir los valares que Jesús predicó en los tiempos que les correspondió vivir. Un santo es una persona que hace actual a Jesús con su testimonio y forma de vivir.  

La santidad no es extraña, ni inaccesible.

El que es santo es una persona plena, el que no lo es vive frustrado. El santo es una persona realizada, porque ha encontrado sentido y plenitud en seguir a Jesús. No se puede pensar en un santo amargado, el santo es una persona de esperanza. Ahora bien, existen diferentes modos de ser santos, porque hay diferentes circunstancias y el evangelio se vive en diferentes condiciones, por ejemplo un estilo de santidad fue la madre Teresa de Calcuta que le correspondió vivir en un ambiente de pobreza y luchó por los pobres, otro fue el estilo de santidad del cardenal John Henry Neuman que vivió la santidad en escenarios de educación buscando la verdad y enseñando la tradición de la Iglesia, otra santidad fue la de la madre Laura que alcanzó la misión anunciado el evangelio a las comunidades indígenas. Amén.  

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