La experiencia de la cruz: paradoja de las paradojas
Por José Raúl Ramírez Valencia.
Una paradoja es un dicho o un hecho que aparentemente envuelve contradicción. La cruz siempre ha sido una fuente de inspiración y de profunda contradicción. El Dios de las paradojas acontece en la más sublime paradoja: la cruz. La máxima expresión de ignominia se convierte en la máxima gloria, la inmensa oscuridad se presenta como la máxima luz y la tristeza en la cruz se convierte en la sublime victoria; según San Juan de la Cruz: “para llegar al todo hay que pasar por la nada”. El misterio de la cruz esclarece el misterio del ser humano.
Verdaderamente éste el hijo de Dios
En el calvario uno de los centuriones romanos exclamó:
¡verdaderamente este es el hijo de Dios! Al ver a Jesús en la cruz y al
contemplar su vida y su testimonio, nosotros también al fijar los ojos en Jesús
estamos llamados a proclamar con el centurión romano: ¡verdaderamente este es
el hijo de Dios!
A pesar de
los cambios, la cruz permanece inmóvil
En la entrada de cada uno de los monasterios de los
cartujos aparece la siguiente inscripción: “la cruz inmóvil en medio del
movimiento y las evoluciones del mundo”, verdad inspiradora y verdad permanente.
Vivimos en un mundo globalizado y sin embargo, la cruz sigue presente, aparecen
las nuevas tendencias en la familia y la cruz continúa, se presentan las nuevas
reflexiones en torno a la justicia y la cruz sigue levantada, el mundo se mueve
y cambia de ideologías año tras año y la cruz permanece ahí, la cruz es un signo
permanente y decisivo, los vaivenes del mundo siempre retornan a la mirada de
la cruz.
La cruz: un camino
Para llegar a la cruz el hombre necesita hacer camino.
Uno de los grandes problemas del hombre actual es que no quiere hacer camino, busca
llegar a la meta sin recorrer el camino, ser feliz sin experimentar las
vivencias de la cotidianidad, ser santo sin vivenciar los goces del compromiso
del camino; tanto la santidad como el amor al igual que la sabiduría son experiencias
que se alcanzan cuando se ha recorrido un camino. El cristiano es la persona que a través del
camino adquiere muchos aprendizajes, la cruz no es simplemente un punto de
llegada, sino un caminar. Para abrazar la cruz hay que hacer camino: “caminante
no hay camino, se hace camino al andar. El hombre es un viajero, afirmaba Gabriel
Marcel, pensador existencialista, somos viajeros y caminantes, la cruz no nos
espera, la cruz es nuestro camino y nuestro equipaje, quien viaje con ella, no
solo descubre los manantiales de la existencia, sino también la profunda
inequidad de cada uno de nosotros que nos abruma pero no nos vence.
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