¿Es posible perdonar?
Por José Raúl Ramírez V.
¨Solo Dios perdona¨,
a lo que hay que argumentar que el perdón de Dios pasa por el perdón de
nosotros mismos y por el perdón del hermano. En el perdón es importante tener
presente que tanto sufre la persona que es víctima como el victimario al igual
que sufre la persona que ofende como la ofendida; se necesita pasar primero por
el perdón de uno mismo, reconocer que se ha fallado y que se ha ofendido al
hermano, perdonarme es perdonar. El perdón de Dios pasa por el perdón al
hermano porque el perdón restablece las relaciones. Cuando una persona perdona a
otra manifiesta la importancia que ella tiene para la relación, la vivencia y
la comunidad; el perdón une. Una persona que no siente interés, ni ama, ni considera
que la otra persona es importante no le interesa perdonar a diferencia de quien
considera que al no perdonar estima que ha perdido a alguien valioso para su
vida.
¿Solo Dios perdona?
Esta afirmación nos hace irresponsables, dejar el perdón solo en manos de Dios
y no hacer un esfuerzo humano, intelectivo, volitivo, significa que nosotros
como personas no somos actores en la dinámica del proceso del perdón. Dios
confirma el perdón que yo le doy al hermano, Dios a su vez sana también nuestro
corazón y perfecciona el perdón que yo pido o ese perdón que yo doy. El perdón
de Dios pasa por el perdón de nosotros y por el perdón del hermano, Dios
perfecciona nuestro perdón.
La palabra perdón
etimológicamente está compuesta por dos palabras: per- para y don.
El perdón siempre es un regalo, un don, es decir, yo no lo merezco y como no lo
merezco cada vez que me lo dan es un regalo, no entra el conflicto de merecerlo
o no merecerlo, cuando el perdón se merece ya no es perdón, entra en la lógica del
mérito y no de la gratuidad, perdonar lo imperdonable como decía el filósofo Derridá.
Lo segundo, “perdono
pero no olvido”, ¡imposible que el ser humano pierda su memoria!, que alguien
haya padecido el asesinato de un ser querido es imposible de olvidar, pero cuando
he entrado en la dinámica del perdón recuerdo ese suceso sin odio, porque he
sanado mi corazón, aunque en la memoria
esté presente soy capaz de acercarme a ese momento y a ese persona sin odio, he
hecho una compresión empática del suceso. Más aún, cuando la persona es capaz
de perdonar se libera a sí misma y se prodiga un don a sí misma y a la otra
persona, pero cuando no perdona sigue sujeta y esclava a ese momento. El perdón
libera y hace que releamos, resignifiquemos la historia con otros ojos.
“El perdón es de
los débiles” ¿si será? Santo Tomas de Aquino dice que Dios es omnipotente
porque es misericordioso, la grandeza de Dios no está en ser el creador,
tampoco en su omnisciencia, ni en su omnipresencia, es decir, que esté presente
en todos los lugares del mundo; según el Aquinate, la grandeza de Dios está en que
es misericordioso, “lento a la ira y rico en clemencia” Antes el perdón era
considerado un sentimiento de personas débiles, no de valientes, gran error,
cuando la persona es capaz de perdonar manifiesta una grandeza de sí misma y un
reconocimiento de la dignidad de la otra persona. La persona que es capaz de
perdonar rompe con el hilo del egoísmo y empieza a tener otra actitud con la persona
que lo ha ofendido.
Lastimosamente
estamos viviendo en una cultura de la venganza y de la ofensa, poco nos educan
para pedir perdón y para dar el perdón. Necesitamos una cultura, una comunidad
del perdón porque en la medida en que somos capaces de dar el perdón somos
capaces de ser cada día más humanos y ser más humanos implica capacidad de perdón
y de amor. Jesús fue profundamente humano, por ello fue capaz de amar y de
perdonar. Aprender a pedir perdón, experimentar el perdón, dar y recibir el
perdón nos hace más humanos y cristianos, es decir, más humildes y menos
orgullosos, quien sabe pedir perdón sabe también recibir el perdón. Dios es infinitamente
misericordioso.
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