sábado, 16 de septiembre de 2023

Homilia domingo XXIV ciclo A.

 

¿Es posible perdonar?

Por José Raúl Ramírez V. 

 La semana pasada el evangelio de San Mateo nos invitaba a corregir al hermano que fallaba o se encontraba en un camino equivocado, hoy el evangelio da un paso adelante y nos invita a perdonarlo; reflexiones sobre el perdón. Existen tres dichos que son importantes analizarlos porque en ellos se encuentran ciertas falacias: ¨Solo Dios perdona¨, ¨perdono, pero no olvido¨, ¨el perdón es de personas débiles¨

 

¨Solo Dios perdona¨, a lo que hay que argumentar que el perdón de Dios pasa por el perdón de nosotros mismos y por el perdón del hermano. En el perdón es importante tener presente que tanto sufre la persona que es víctima como el victimario al igual que sufre la persona que ofende como la ofendida; se necesita pasar primero por el perdón de uno mismo, reconocer que se ha fallado y que se ha ofendido al hermano, perdonarme es perdonar. El perdón de Dios pasa por el perdón al hermano porque el perdón restablece las relaciones. Cuando una persona perdona a otra manifiesta la importancia que ella tiene para la relación, la vivencia y la comunidad; el perdón une. Una persona que no siente interés, ni ama, ni considera que la otra persona es importante no le interesa perdonar a diferencia de quien considera que al no perdonar estima que ha perdido a alguien valioso para su vida.

 

¿Solo Dios perdona? Esta afirmación nos hace irresponsables, dejar el perdón solo en manos de Dios y no hacer un esfuerzo humano, intelectivo, volitivo, significa que nosotros como personas no somos actores en la dinámica del proceso del perdón. Dios confirma el perdón que yo le doy al hermano, Dios a su vez sana también nuestro corazón y perfecciona el perdón que yo pido o ese perdón que yo doy. El perdón de Dios pasa por el perdón de nosotros y por el perdón del hermano, Dios perfecciona nuestro perdón.

La palabra perdón etimológicamente está compuesta por dos palabras: per- para y don. El perdón siempre es un regalo, un don, es decir, yo no lo merezco y como no lo merezco cada vez que me lo dan es un regalo, no entra el conflicto de merecerlo o no merecerlo, cuando el perdón se merece ya no es perdón, entra en la lógica del mérito y no de la gratuidad, perdonar lo imperdonable como decía el filósofo Derridá.   

 

Lo segundo, “perdono pero no olvido”, ¡imposible que el ser humano pierda su memoria!, que alguien haya padecido el asesinato de un ser querido es imposible de olvidar, pero cuando he entrado en la dinámica del perdón recuerdo ese suceso sin odio, porque he sanado mi corazón,  aunque en la memoria esté presente soy capaz de acercarme a ese momento y a ese persona sin odio, he hecho una compresión empática del suceso. Más aún, cuando la persona es capaz de perdonar se libera a sí misma y se prodiga un don a sí misma y a la otra persona, pero cuando no perdona sigue sujeta y esclava a ese momento. El perdón libera y hace que releamos, resignifiquemos la historia con otros ojos.

 

“El perdón es de los débiles” ¿si será? Santo Tomas de Aquino dice que Dios es omnipotente porque es misericordioso, la grandeza de Dios no está en ser el creador, tampoco en su omnisciencia, ni en su omnipresencia, es decir, que esté presente en todos los lugares del mundo; según el Aquinate, la grandeza de Dios está en que es misericordioso, “lento a la ira y rico en clemencia” Antes el perdón era considerado un sentimiento de personas débiles, no de valientes, gran error, cuando la persona es capaz de perdonar manifiesta una grandeza de sí misma y un reconocimiento de la dignidad de la otra persona. La persona que es capaz de perdonar rompe con el hilo del egoísmo y empieza a tener otra actitud con la persona que lo ha ofendido.  

 

Lastimosamente estamos viviendo en una cultura de la venganza y de la ofensa, poco nos educan para pedir perdón y para dar el perdón. Necesitamos una cultura, una comunidad del perdón porque en la medida en que somos capaces de dar el perdón somos capaces de ser cada día más humanos y ser más humanos implica capacidad de perdón y de amor. Jesús fue profundamente humano, por ello fue capaz de amar y de perdonar. Aprender a pedir perdón, experimentar el perdón, dar y recibir el perdón nos hace más humanos y cristianos, es decir, más humildes y menos orgullosos, quien sabe pedir perdón sabe también recibir el perdón. Dios es infinitamente misericordioso.

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