domingo, 18 de febrero de 2024

Homilia primer domingo de cuaresma. Ciclo B

 

P. José Raúl Ramírez Valencia

Contrato o alianza

“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. No volveré a destruir la vida.”  

La primera lectura está tomada del libro del Génesis y habla de la alianza que Dios establece con su pueblo. Para comprender la riqueza de la experiencia de la alianza es necesario partir del concepto de libertad, Dios libremente establece un pacto con nosotros, se compromete a no volver a destruir la creación, ni al ser humano, sino que va a cuidar tanto de la creación como de nosotros.

 

 Más que contrato, una alianza

Vivimos en una sociedad donde el concepto de alianza ha sido sustituido por el contrato. En la alianza se enfatiza el sentido de pertenencia, gratuidad y confianza en un escenario de amor mientras que en el contrato priman los deberes y derechos bajo un marco jurídico. Para comprender con mayor profundidad la alianza nos podemos valer del concepto de matrimonio; circunscribir el matrimonio solo al concepto jurídico del contrato agota la dinámica y la riqueza del compromiso de la vida matrimonial. Precisamente la segunda lentura del Apóstol Pedro habla del sacramento del bautismo como una alianza que Dios hace con nosotros a través de su Hijo Jesús, quien por puro amor y no por contrato, murió y resucitó por nosotros. Dios Padre a través de su Hijo redime y salva al hombre. Así como por el agua en el diluvio fue destruida la creación, por el agua bautismal el hombre será salvado.  El tiempo de cuaresma es un camino que nos presenta la Iglesia para que seamos conscientes del compromiso bautismal-alianza que Dios ha establecido con nosotros.  

Sin alianza no hay identidad

Se ha perdido la identidad del cristiano y una de las razones consiste en que no hemos profundizado en la importancia de la alianza que hemos establecido con Dios. Pareciera ser que ser cristiano es una cuestión del montón en la cual no hay diferencia entre un cristiano una persona común y corriente sin la experiencia de Dios. Necesitamos vivir con mayor plenitud y decisión nuestra identidad como cristianos. El ser cristianos es un regalo y vivirlo con autenticidad es una respuesta a la alianza.  

El desierto: purificación y lucha

El evangelio de San Marcos presenta de una forma sintética el tema de las tentaciones. Dice el evangelio que el espíritu empujó a Jesús al desierto, un lugar inhóspito, poco acogedor, lugar de pruebas y dificultades. El desierto es el lugar de la intimidad y del encuentro con Dios, en el desierto no solo se hace presente Dios, sino también el enemigo, por tanto, el desierto es el lugar de la tentación y de la lucha. También el desierto es el escenario que impone ascesis, disciplina y método. Con la ascesis el hombre se hace dueño de su propia casa y domina sus instintos. El desierto también es una prueba que exige lucha, quien va al desierto no es un desertor, sino alguien que quiere luchar para encontrar el núcleo de su vida. En el desierto descubrimos lo útil y lo inútil, nos despojamos de lo accidental para vivir desde lo esencial. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas. En el desierto aprendemos hacer silencio y a resistir desde la interioridad, Jesús en el desierto resistió a las propuestas del maligno que le presentaban un camino diferente a la voluntad de Dios. El espíritu lo conduce a una vida de prueba, no cómoda.

El desierto: lugar de la tentación

El ser humano es un ser vulnerable expuesto a la tentación a través de su existencia. La tentación es un engaño que se presenta con apariencia de bien, si no fuera así no sería atractivo, creemos que estamos actuando de una manera correcta cuando en verdad nos estamos destruyendo. Para poder vencer la tentación necesitamos discernir, pasar por el desierto para poder descubrir que hay de verdad o de mentira, de luz o tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia en nosotros.    

La conversión: una nueva mirada a la vida

Termina el evangelio diciendo: “se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios, convertíos y creed en el evangelio¨. La conversión indica un cambio de rumbo, una nueva mirada tanto a la vida misma como al horizonte existencial, dado que la conversión implica desapego y nuevas formas de vida, la conversión implica una metanoia, es decir, un cambio de mentalidad que propicie nuevas miradas existenciales.

Cuando hay conversión hay armonía

San Marcos no desarrolla las tentaciones, con simplicidad dice que vivía entre fieras salvajes y los ángeles le servía, no hay ruptura entre lo divino y las creaturas. Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazan a Jesús y los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios. Si se relaciona con la primera lectura del génesis que presenta el diluvio como un rompimiento entre hombre y la naturaleza, el hombre y Dios, Jesús estando en el desierto expresa la armonía entre Dios y el hombre, la naturaleza y el hombre.

Por último, Martín Luther King decía con gran acierto que en el desierto del mundo la única tierra fértil es el corazón del hombre, tenía razón, si el hombre no cambia su forma de actuar puede destruir el mundo y convertirlo en un desierto. Necesitamos no que el mundo esté desértico, sino que el hombre haga desierto para que el mundo sea fértil y fecundo en valores del Reino.     

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