domingo, 7 de julio de 2024

Homilia domingo XIV cilco B

                                                                                                       Por José Raúl Ramírez Valencia 

¿Problema del profeta o de la comunidad?

La vida social se compone de relaciones continuas entre el pueblo y el líder, el jefe y la empresa, el profeta y la comunidad; relaciones que no siempre caminan en armonía: ¿el líder o la comunidad serán el problema? El líder es la persona que motiva a un grupo para alcanzar unos objetivos, mientras que el profeta es quien denuncia y anuncia las buenas nuevas o el distanciamiento de una comunidad con respecto al querer de Dios. La primera lectura narra como Dios envió al profeta Ezequiel a un pueblo rebelde, de corazón obstinado y de dura cerviz; el problema no estaba en el profeta, sino en el pueblo.  

 El pseudo profeta

El problema todavía es más hondo entre la comunidad y el profeta, cuando las comunidades prefieren escuchar lo que les agrada y aparecen los pseudo profetas que con recetas y mensajes de autoayuda buscan complacer e hipnotizar a sus integrantes convirtiéndose en líderes populistas y sofistas que en vez de cuestionar a las comunidades le dan lo que ellas piden: pan y circo.       

 No desprecian a un profeta más que en su propia tierra.

El profeta en muchas ocasiones incomoda con su mensaje, predica no para satisfacer los deseos de las personas, sino para orientarlas hacia nobles ideaes, no piensa solo en el individuo, sino en el bien de la comunidad. En tiempos de Jesús tambien existían los falsos profetas o populistas que solo buscaban agradar al pueblo, acallando la conciencia y contentando los oídos de la gente, a estos pseudo profetas Jesús los llamó: ¨hipócritas¨, “fariseos”. Jesús resultaba incitador para la gente, pues, mientras muchos lo odiaban por sus palabras y acciones, otros en cambio lo admiraban a tal punto que la gente se preguntaba de dónde sacaba tanta sabiduría. ¿El problema era Jesús o la comunidad? El texto del Evangelio hace notar que ¨nadie es profeta en su tierra¨ debido a la estrechez de mente de la comunidad y la poca comprensión del mensaje de Jesús. 

Cuando una comunidad se queda con lo histórico de una persona y no descubre lo trascendental en ella, circunscribe al líder a su insustancial miopía. Las comunidades están llamadas a descubrir y a valorar el crecimiento de las personas en todas sus dimensiones. Quien crece en una comunidad determinada y tiene la oportunidad de conocer otras experiencias es alguien que amplia su mirada y forma de situarse ante la vida. Jesús por su profunda relación con el Padre y la comunidad, mostró a los habitantes del pueblo de Nazareth otros horizontes de vida, sin embargo, no pudo realizar más signos debido a la testarudez de algunos de sus habitantes. En la actualidad muchas comunidades se cierran al cambio, debido al anquilosamiento como lo denuncia el profeta Ezequiel. El cambio exige apertura y humildad.

 Otra razón por la que “nadie es profeta en su tierra” consiste en la  soberbia que impide reconocer la grandeza y el liderazgo de muchas personas, ya sea en la familia, la comunidad, la empresa o la Iglesia, que prefieren caminar en la superficialidad que aceptar la propuesta de alguien que muestra otro sentido de vida. El ser profeta no está exento de dificultades, un mundo cerrado y retrogrado, no puede ser obstáculo para que el profeta anuncie la buena nueva.

Porque cuando soy débil, soy fuerte, mi gracia te basta

En la segunda lectura, Pablo habla del aguijón de la carne, es decir, sudebilidad; término que se relaciona con el talón de Aquiles. La sociedad y los medios de comunicación en su afan de idolatrizar ciertos personajes los presentan invulnerables, sin ninguna debilidad. El apóstol Pablo, por el contrario, se reconce débil y necesitado de la ayuda de Dios mientras que la debilidad de Aquiles fue el motivo de su muerte. Para Pablo el aguijón  de la carne fue su salvación, a diferencia de los pseudo profetas del autoayuda que predican por doquier que en el ser humano no existe ninguna debilidad y que cada persona con su poder y sin ayuda de nadie puede alcanzar la felicidad deseada.     

Para entender mejor el aguijón de la carne, vale la pena recordar el mito griego de Aquiles. Cuando Aquiles nació, su madre fue a consultar a un oráculo para saber que le depararía el destino. El oráculo predijo que si Aquiles luchaba en la guerra de Troya moriría. Entonces Tetis llevó a Aquiles al río del Más allá, dado que sus aguas tenían el poder de volver inmortales a quienes se bañaban en ellas. Tetis sumergió a Aquiles en la corriente del río sosteniéndolo por el talón para que no se ahogara y, sin darse cuenta impidió que las aguas tocasen el talón. Años más tarde en la guerra de Troya murió a causa de una flecha en su talón. Desde entonces el talón de Aquiles, se ha convertido en el secreto de la debilidad que cada uno posee. Pablo reconoció su debilidad y puso su confianza en el Señor; pues "cuando soy débil, soy fuerte, mi gracia te basta"; Aquiles por el contrario, quería ser inmortal y no reconcoer ninguna debilidad. Los verdaderos profetas hacen de la debilidad de las personas y de las comunidades el lugar de la salcación. Pidámosle al Señor que nos de el discernimiento necesario para escuchar aquello que Dios quiere comunicarnos a través de los sabios profetas. Amén.

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