Dios habita en quien bien discierne.
Por José Raúl Ramírez Valencia.
Discernir: un desafío eclesial y personal.
El discernimiento es una capacidad reflexiva que permite distinguir entre lo esencial y lo superficial, lo correcto y lo incorrecto, lo verdadero y lo falso, por tanto, en la persona de fe y en la Iglesia debe estar presente esta actitud de discernimiento. Elegir entre lo que conviene o no conviene a nivel personal, institucional o eclesial se llama discernir. El discernimiento es un camino que lee los signos de los tiempos sin el afán de contemporizarse con ellos, sino de comprenderlos para descubrir lo valores del evangelio que se encuentran presentes o, por el contrario, aquello que lo desdice.