miércoles, 31 de enero de 2024

HOMILIA QUINTO DOMINGO CICLO B. TIEMPO ORDINARIO

                                            ¿Qué buscamos cuando buscamos a Dios?

                                                             Por José Raúl Ramírez Valencia 

El sinsentido de lo que hacemos o el sentido de lo que hacemos

El pensador contemporáneo Sloterdijk dice que una de las enfermedades del momento es el estres y tiene como causa la poca capacidad de admiración que pose el hombre de hoy. Cuando una persona no tiene tiempo para contemplar el mundo se estresa, por tanto, pierde la libertad y se esclaviza de sus quehaceres; necesitamos la mística de la contemplación para no caer en el vacio existencial. De igual forma, el exsitencialista Albert Camus en el mito del Sísifo, presenta el sinsentido de la vida al contar como los diosos condenaron al hombre a subir todos los días a la cima de una montaña una piedra y dejarla rodar, la vida queda reducida a hacer lo mismo todos los días sin ningún horizonte o proyecto de vida. Precisamente esta realidad es la que nos cuenta el texto de la primera lectura del libro Job, al presentarnos una mirada pesimista y nihilista que manifiesta un sinsentido y lo abusrdo de la vida: “¿no es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra y sus días como los de un jornalero?; como el esclavo, suspira por la sombra; como el jornalero aguarda su salario.  Mi herencia son meses baldíos, me acinan noches de fatiga.”

¿La vida del ser humano se reduce a trabajar, descansar y esperar el salario?, ¿no será esto un mínimo de vida? La existencia del ser humano tiene más valores, hay que vivira con otra óptica. El trabajo realiza a la persona y es una oportunidad para embellecer el mundo y hacerlo más habitable y agradable. En este sentido también se puede reflexionar sobre la realidad de dos personas que se unen solo con el objetivo de compartir la economía o superar la soledad. ¿Es este el objetivo de los esposos? Los esposos se casan para darse mutuamente felicidad, encontrar la santidad, el bien y la belleza. Cuando lo esencial de la vida se reduce a lo pragmático-económico queda expuesta a un pesimismo existencial y corre el riesgo de convertirse en una pereza existencial y no en una realización personal. En esta perspectiva, Pablo se presenta ante la comunidad de los corintios como el apóstol que predica, no por un deber económico, sino por el gozo de anunciar a Jesús y realizarse en su misión.  

Una pedagogía: se acercó, le tendió la mano y la levantó

En el evangelio, Marcos narra como Jesús no es un ser indiferente ante el sufrimiento de sus discípulos. Jesús se dio cuenta de que la suegra de Pedro estaba enferma y va a curarla. El texto pedagógicamente presenta el actuar de Jesus:  se acerca, le da la mano y la levanta. Jesús se acerca, es lo primero que hace, se acerca a los que sufren, mira su rostro y comparte el sufrimiento. Jesus se acerca a nuestras vidas, a nuestra interioridad, a lo que somos; no somos lejanos para él, somos próximos, conoce nuestras fatigas y sinsentidos existenciales, conoce lo que hacemos, pero no quiere que nos quedemos en el simple hacer. Luego la cogió de la mano, toca a la enferma, quiere que la mujer sienta su fuerza curadora, Se acerca para aliviarnos, nos da la mano para que descubramos el sentido de lo que hacemos y vivamos con otra óptica nuestras relaciones. Seguidamente, narra el texto que a la suegra de Pedro se la puso en pie, la levantó y comenzó a servirles. Jesús nos sana del sinsentido de la vida para que sanemos a otras personas, nos comprende para que comprendamos, nos ama para que amemos, nos levanta para que levantemos a los otros. Culmina el texto dicendo que curó a muchos otros enfermos, Jesús no solo cura a sus amigos, sino a todas las personas. 

Todos te buscan

Concluye el texto diciendo que Jesús se retiró a orar, pero la gente lo seguía buscando, Simón Pedro y los otros discípulos, le dicen: todos te buscan. Aunque existe en el hombre la tendencia de buscar a Dios, como un ser necesario y absoluto, que da razón de la existencia del cosmos y del hombre, no todas las personas lo buscan como el Señor dador de vida, es decir, como el Señor dador de sentido de vida. Hoy nos encontramos ante un pluralismo religioso, proliferan diversas imágenes de Dios; la cuestión central no es si se cree o no, si se busca a Dios o no, sino en qué Dios se cree y qué Dios se busca. Voltaire, en este sentido, indicaba: “si Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, el hombre le devolvió con creces la moneda”. Algunos buscan a Dios como cómplice de sus fechorías, como lo evidencia la serie de Rosario Tijeras, al mostrar como un sicario peregrina al Santuario de María Auxiliadora a implorar que le ayude en el trabajito que le encomendó el patrón: matar a una persona. Ante esta realidad surge la pregunta: ¿qué buscamos cuando buscamos a Dios y qué busca Dios cuando busca al hombre? 

Estas dos búsquedas no siempre coinciden. Dios, al buscar al hombre, lo hace con el propósito de salvarlo, liberarlo y hacerlo poseedor del bien, como lo muestra el evangelio de Marcos al presentar un Jesús que acude a la casa de la suegra de Pedro y cuando cura a todo los enfermos y a la vez invita a la conversión a diferencia de algunas personas que malinterpretan o manipulan a Dios reduciendolo a sus vanos caprichos. La expresión de San Ireneo “la gloria de Dios consiste en que el hombre viva y la vida del hombre consiste en la visión de Dios” no coincide en algunas situaciones, el hombre cree que está buscando a Dios cuando en verdad lo está reduciendo a su esquema limitado, cuando el hombre busca a Dios con limpieza de corazón crece en todas sus dimensiones. Hay que buscar a Jesús, como dice San Agustín, como quien busca sin haber encontrado y como busca quien ha encontrado y sigue buscando. Dios siempre es una búsqueda inagotable; quien cree encontrarlo apenas se ha topado con él, quien se encuentra con él hace suyas las palabras: solo sé que nada se, solo que sé que antes no me encontraba y, al toparme con él, he empezado a encontrarme. En fin, sigamos buscando, no nos quedemos pasivos; en el horizonte de la vida Jesús se acerca, nos da la mano y nos dice: levántate. No perdamos el hilo de lo divino, quien lo pierde cae en el desdén de la cotidianidad, como el miliciano que se encuentra cumpliendo una milicia sin sentido. Amén. 


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