viernes, 28 de marzo de 2014

HOMILIA CUARTO DOMINGO DE CUARESMA CILCO A


CIEGOS: SOLO VEMOS APARIENCIAS… UNA MIRADA QUE CRECE EN PROFUNDIDAD

Por José Raúl Ramírez Valencia  


Primer libro del Samuel 16, 1b.6-7. 10-13ª

San Pablo a Efesios 5, 8-14

San Juan 9, 1-41

La liturgia de este domingo hace referencia a la mirada, la luz, la ceguera, pero a la vez a la mirada distorsionada. Las tres lecturas enfatizan estas realidades. El libro de Samuel dice: “que la mirada de Dios no es como la mirada del hombre, el hombre mira las apariencias, el señor el corazón”. El apóstol Pablo afirma: “En otro tiempo erais tiniebla ahora sois hijos de la luz”; y el evangelio gradualmente revela los niveles de la mirada del ciego al recobrar la vista:  primero ve a Jesús como un hombre, luego como un profeta y, por último como el Hijo del hombre. A partir de esta introducción aproximémonos a la liturgia en estas cuatro dimensiones.

1. VEMOS APARIENCIAS: “La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, el hombre mira las apariencias, el Señor el corazón”. No basta con ver, muchos ven pero su mirada es perdida y confusa, no alcanzan a diferenciar el uno entre el todo, solo ven hombres duplicados, masificados; no logran percibir lo original de cada persona. Hay miradas recriminadoras y vengativas, ven el error del pasado y no alcanzan a percibir el futuro como posibilidad. Hay miradas discriminadoras, no alcanzan a reconocer ni siquiera un mínimo de igualdad, solo tienen ojos parar ver lo superior y lo inferior. Hay miradas pornográficas que despojan a la persona de su dignidad, solo ven fibras corporales para instrumentalizar sin ninguna referencia a la totalidad de la persona. Hay miradas con una sola perspectiva que opacan y apocan la integralidad de la persona. Todas estas miradas son “tuertas y ciegas” necesitan ser sanadas. El problema no es tanto ver, sino ¿cómo se ve?, ¿desde dónde se ve? ¿para qué se ve?. Exupéry en El Principito lo expresó de esta manera: “Lo esencial es invisible a los ojos, hay que mirarlo-morarlo con los ojos del corazón”. (El término morarlo es acotación propia y significa habitar). 

2. EN LAS TINIEBLAS NO HAY CLARIDAD. “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz: bondad, justicia y verdad”. La palabra tiniebla se refiere a un panorama confuso, oscuro e inseguro; en las tinieblas solo se ven apariencias, -por ejemplo-, la justicia, la bondad y verdad son relativizadas, degradadas y opacadas; mientras que la luz revela y penetra estos valores como constitutivos propios de la santidad personal y de la convivencia cotidiana. Cuando estamos en tinieblas nos desviamos y desviamos a los otros, con la luz sabemos: ¿quiénes somos? Y ¿para dónde vamos? 

2. PODERES QUE ENTORPECEN LA MIRADA: Los fariseos eran aquellas personas que veían a través de las leyes y de su “poder”. Dice el texto “era sábado”. Las tradiciones y las leyes, en algunas circunstancias, ponen un lente viscoso a la realidad del bien. Cuestionador que los fariseos, apegados a la tradición y a sus costumbres, miraran el bien como un pecado y a quien obraba el bien como un pecador. En varias ocasiones y situaciones la supuesta “autoridad” impide, pone obstáculos a la persona que ha alcanzado la luz; la autoridad en vez de ser una posibilitadora del reconocimiento del bien y de la persona que lo ha hecho pone en entre dicho al autor del bien. Cuando se ve con claridad no se teme enfrentar-confrontar la “autoridad”. El ciego confrontó a los fariseos. 

4. UNA MIRADA QUE CRECE EN PROFUNDIDAD: El ciego de nacimiento era una persona sincera y sencilla, que de modo gradual fue descubriendo a Jesús. Primero lo vio como un hombre entre los demás; luego ante los fariseos cerrados y mal pensados lo reconoció como un profeta; y por último, lo reconoce como el Señor. Madurar en la mirada es un proceso no fácil que exige enfrentar y superar las diferentes circunstancias. El ciego se hubiera podido quedar solo con ver a Jesús como un hombre bueno: muchos cristianos solo lo ven como un buen líder, atractivo y compasivo; otros lo ven como alguien que revindica los derechos de los pobres y denuncia las estructuras de opresión, es decir, como un profeta; y otros, en su nivel más alto, lo ven y lo experimentan como el Señor, el Salvador, el Hijo de Dios. Necesitamos llegar a esta última mirada, solo se llega a esta mirada cuando tomamos conciencia plena de nuestro bautismo. Solo desde la mirada y la experiencia de la fe llegamos a reconocer a Jesús como el Señor. 

A manera de conclusión, UNA MIRADA POR RESCATAR. Hugo de San Victor, un teólogo medieval, afirmaba: "Dios ha creado al hombre con tres ojos: uno corporal (realidad sensible); otro racional, (realidad que me revela la razón): y un tercero, el ojo de la contemplación (visión religiosa y mística). Al salir del paraíso, el ojo corporal quedó debilitado; el racional perturbado y de la contemplación, ciego. Si no se cultiva este último ojo, permanecerá ciego". Un buen número de instituciones educativas y de padres de familia están dejando a sus alumnos e hijos ciegos, al no darle cabida a la educación religiosa o verla simplemente como la cenicienta del paseo.

Corrección de estilo Jenny Castaño Arbeláez 
yenialeza@gmail.com

1 comentario:

  1. Gracias padre José Raúl.
    Para ver en profundidad hemos de cultivar la visión religiosa y mistica. Sin esta mirada creemos ver pero solo vemos apariencias; el Ser que sustenta todo lo que aparece se percibe mejor bajo esta mirada.

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