Del amor al sacramento del matrimonio
Por P. José Raúl Ramírez Valencia
¿Qué es una homilía? Es una conversación agradable. Hoy procurare hacer precisamente eso, conversar a través de la palabra de Dios de una forma amable. Voy a abordar tres puntos fundamentales para esta ocasión:
- ¿Qué es el amor?
- ¿Qué es el sacramento del matrimonio?
- Consejos prácticos para la vida
matrimonial.
¿Qué
es el amor?
El
amor es una de las palabras más pronunciadas, pero quizás también una de las
más desfiguradas por el uso cotidiano. Se habla con tanta ligereza de
amor, que ha perdido parte de su profundidad originaria. Pero… ¿realmente
sabemos lo que significa amar? Algo similar ocurre con la paz: todos la
anhelan, todos la mencionan, pero pocos comprenden su verdadero significado.
El
filósofo Gabriel Marcel afirmaba que amar a alguien es decirle: “Tú no
morirás”. Esta expresión encierra el misterio más profundo del amor:
mantener viva a la otra persona, sostener su dignidad, preservar en ella la
esperanza y los sueños. Amar es comprometerse con el bien del otro, incluso más
allá del tiempo, dándole razones para vivir y para esperar.
Hoy,
estos novios están dispuestos a decirse mutuamente, con su vida y con su
palabra, delante de todos ustedes, que no morirán. Su amor será un espacio
donde la vida florece, la esperanza se renueva y cada día tendrán razones para
caminar juntos como esposos hacia la felicidad y encuentro del Señor.
Santo
Tomás de Aquino describía el amor en cuatro niveles:
Interés: Sentirse
atraído por la inteligencia, la belleza o el encanto del otro. Aunque puede ser
un punto de partida, no lo es todo.
Benevolencia: Reconocer
la bondad y las cualidades positivas del otro. Ver en el otro una fuente de
bien y desear su bienestar, tampoco lo es todo.
Identidad: Pasar
del “yo” y el “tú” al “nosotros”, con metas, sueños y objetivos comunes. Como
decía Antoine de Saint-Exupéry: “Amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar
juntos en la misma dirección”, aún sigue siendo insuficiente.
Ágape: El
nivel más profundo, donde amar significa dar la vida por la otra persona es el ágape,
que implica renunciar al egoísmo y poner al otro en primer lugar. Es un amor
que permanece en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad,
en la pobreza y en la prosperidad, este es amor de Dios y el amor al que
ustedes están llamados a expresarse mutuamente durante toda la vida.
¿Qué
es el sacramento del matrimonio?
El
matrimonio es un misterio sagrado, un signo visible que refleja el amor entre
Cristo y la Iglesia. Así como Cristo ama a su Iglesia con un amor puro,
fiel y fecundo, los esposos están llamados a amarse con esa misma entrega. Su
unión no es solo un pacto humano, sino una participación en el amor divino que
sostiene, renueva y da vida. Amar como Cristo ama a la Iglesia significa dar la
vida por el otro, acoger las fragilidades, caminar juntos y, con la gracia de
Dios, hacer de cada día una oportunidad para construir la comunión. El primer
camino de santidad para los esposos es el amor mutuo. Descubrir en el otro la
presencia de Dios y entregarse para hacerlo feliz, pleno y santo es la vocación
esencial del matrimonio.
El
amor conyugal tiene dos fines inseparables: la unidad de los esposos y la
apertura a la vida. Esta unión, que respeta la identidad de cada uno, se
fortalece en la entrega mutua. El amor verdadero no se encierra en sí mismo,
sino que se abre al don de la vida, siendo los hijos la expresión más alta de
su fecundidad y el signo visible de la promesa compartida. Acoger la vida es
acoger el futuro, es dejar que el amor siga diciendo: “Tú no morirás”,
porque en cada hijo el amor se perpetúa, testimoniando que lo más hermoso de la
unión conyugal es aquello que la trasciende.
Consejos
prácticos para la vida matrimonial
Comunicación: La
mayoría de las crisis matrimoniales no surgen por falta de amor, sino por una
comunicación deficiente. Hablar con sinceridad sobre lo que se siente, se
piensa y se quiere es clave para la vida de esposos. La comunicación es un
canjear la soledad del corazón con la persona amada.
Oración
compartida: Así como comparten la sexualidad,
los sueños y la economía, también es fundamental compartir la espiritualidad.
Tomarse de las manos cada día y orar juntos fortalece la unión y permitir que
Dios esté presente en el matrimonio.
Participación
en la Eucaristía: La misa dominical es un espacio
donde los esposos se alimenta con la Palabra de Dios, reciben la gracia
sacramental y se fortalecen en comunidad.
Renovación
constante: El matrimonio no es un punto de llegada, sino de
partida. Es necesario seguir admirándose, sorprendiéndose y cultivando la
novedad del amor cada día.
Puntos
para el crecimiento espiritual
Amar
es decir al otro: “Tú no morirás”. Que N. y N. se amen con el mismo amor
con que Cristo ama a la Iglesia, siendo responsables de la santidad del otro.
Que su amor, sostenido por la oración, el diálogo y la entrega, sea siempre un
camino de crecimiento y plenitud, lejos de la rutina.
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